Me di permiso de correr, de saltar y de volar, de abrir todos mis canales y vivir nuevas experiencias, de tomar conciencia de esta vida como una oportunidad para deconstruirme y volverme a construir. ¡Y ahora soy
más fuerte!
Agradezco todas las muestras de afecto que me han brindado a lo largo de estos días, en particular a Ulises, Ismael y Juan Manjarrez, quienes
me acompañaron en este primer vuelo del año. Juan que –incluso– saltó conmigo, y eso es algo invaluable.
Comprendo que las amistades se mueven y cambian de contexto. Que las intensidades no son las mismas y que la vida nos da el chance de escribir historias con aquellos que comparten nuestra misma frecuencia. Siempre nuevas, como en un pentagrama
Gracias por el ánimo, las porras, las llamadas, los mensajes y los correos… por los detalles. Desde Argentina hasta Canadá: simplemente gracias, porque me hacen ver que uno de los grandes regalos que me ha dado
la vida es –precisamente– contar con toda esta gama de amigos.
Los pies en la tierra: próximos vuelos. Un año por vivir y ahora a seguir volando.
1. Javo en ‘La Torre’, al pie de la rampa donde uno debe correr
–literalmente– hacia el precipicio. Al fondo, Valle de Bravo.
2. Javo con el arnés. Juan también pero ‘despidiéndose’ de sus papás.
3. Javo permitiéndose 'payasear' antes del salto, ¿qué tal que no había otra oportunidad para hacerlo?
4. Unos pasos para adelante y luego para atrás, y entonces a correr.
¡Y a confiar en el viento!
5. Atrás: ¡ya no había escapatoria! Ahhhhhhhhh!!!
6. El primer vuelo del año ha sido todo un éxito. Incluso ahora no sería capaz de describir la adrenalina y la emoción que se siente, ¡qué chido!
[ * Fotografías: Ulises Conde e Ismael Estrada. 2008. ]
E LOT E N A M P A
Y al viernes siguiente nos reunimos en el Tenampa, para celebrar
con aquellos que no pudieron ir a Valle de Bravo (ni quisieron saltar).
¡Hasta que se me hizo ir a la cantina con mis amigos! Pero no cualquier cantina: la más emblemática de la Ciudad de México, en plena Plaza Garibaldi.
La entrada espectacular, no sólo porque Yadira, Paola y yo llegamos
en transporte público una hora después de la cita -¡vaya tránsito!-,
sino porque entré como Pancho Villa, tal como reza el dicho popular
[…’con una vieja a cada orilla’]. ¡Conste que así se dice!
En la foto: Miguel, Isabel, Cristina, Carlos, Cecilia, Yadira, Paola, [Yo], Melina y Julián. Edwin llegó después. Del otro lado de la cámara, Ofelia.
[ * Fotografía: Ofelia Camacho. 2008. ]