28 diciembre 2006

Un Buen Año

















2 0 0 6


Debo admitir que el 2006 ha sido un año que me acompañó en todo momento. En los lugares, las situaciones y los estados de ánimo menos imaginados.

Así como se lo planteé y se lo pedí, este pudo no ser un año de serenidad pero sí de catarsis.

Frente a mis exigencias y desencantos, pretendo ser objetivo y aseverar que este ha sido –con todo– un buen año.

Quizá uno de los instantes más memorables haya ocurrido aquella tarde del 13 de abril en Cuatro Ciénegas, Coahuila. Como parte del 'road tour' que emprendí al desierto.


Este es el texto que escribí días antes de partir…
***
***
***
MAR DE MARRÓN
***
9 de abril


Rumbo a la introspección, realice –quizá– uno de los viajes más introspectivos que haya imaginado hace tiempo. Al valle de Cuatro Ciénegas, Coahuila, México. Al encuentro de las Dunas de Yeso,
de la Zona del Silencio y de un Javier Carlo que deambula solitario por aquellas arenas, en forma de arena. Absorto en porqués que la introspección del desierto consigue, hasta cierto punto, menguar.
Tan callado, tan sublime, tan vasto que me hace pensar en mí, en las preguntas áridas y desgastadas que ondean por mi mente,
sin encontrar –aún– respuestas.

Comunicación sin eco. Tanto que decir y que no digo…

El mar de marrón y esos ojos cristalinos. En los que ahora pienso.

*
*
* * *
+
2006, un buen año. 2007, mucho mejor. Zorionak!

[*] Las fotos son mías y fueron tomadas en las Dunas de Yeso y Cuatro Ciénegas, Coahuila.

25 diciembre 2006

¡Feliz Año!

Zorionak Eta Urte Berri On !

¡ Felicidades y Feliz Año Nuevo !
0
0
2 0 0 7

22 diciembre 2006

Un Comunicólogo

[ Javo en Segovia, España. ]

Quienes además de comunicólogos somos profesores, estudiantes y emprendedores, somos personas muy extrañas. Nunca tenemos tiempo ni para nosotros mismos. Las semanas pasan y con frecuencia nos preguntan qué hemos hecho, y tal parece que siempre se repite la misma respuesta: quienes además de comunicólogos…

Un comunicólogo suele transitar por distintos planos de la realidad, la suya propia, la de aquellos que le son cercanos y la de los demás, pero siempre está al tanto de todo, créanlo o no. Quizá por eso dentro de su maraña de pensamientos, la cual se pasa ordenando una y otra vez, no pocas veces se olvida de sí mismo. Atado como de costumbre a esos sueños que –a fin de cuentas– han de caracterizar lo efímero, lo perenne y lo transitorio que es cada una de nuestras historias.

Sin embargo, un comunicólogo no es un ser utópico, sino alguien inmerso en cierto idealismo y cierto pragmatismo, tal como lo hace un equilibrista, quien pende de una cuerda muy delgada que es la que lo enfrenta a la realidad. Ese límite el cual advertimos como la realidad de todos (sin que sea la única).

Los comunicólogos cultivamos, cosechamos y compartimos las palabras, pero estas –reconozco– no son labores sencillas. Al tiempo que nos distinguen, nos restringen. Nos traicionan y hasta nos ponen a merced de nuestras propias histerias pues no hay nada más complejo que encontrar las palabras justas, ni más ni menos, para expresarnos así: tal como queremos. Y el tiempo –¡caray!– esa noción tan inexistente y tan recurrente que se alía con esta producción comunicativa que se plasma en líneas, después de tanto desvarío.

Palabras que –menos mal– no quedan en palabras…

Palabras que ahora le permiten a este comunicólogo, a este profesor, a este estudiante y a este emprendedor, sentar el pretexto para dirigirse a ustedes y expresar con palabras justas la estima que siente por cada de uno, al ser parte de esta historia, al construirla junto conmigo y al aprender –incluso– de esas experiencias compartidas y ajenas, además de las propias. Porque a fin de cuentas también es cierto que una de las cosas más complejas que existen es demostrar afecto de maneras poco típicas.

Y para atípico –modestia aparte– yo.

En vísperas de lo que denominamos ‘la Navidad’, quiero reiterarles mi afecto y mi gratitud por compartir conmigo esta nueva parte de mi historia, inmersa en tonos, matices y colores que hace unos años desconocía, sorprendiéndome con lo bueno, lo no tan bueno y aquello que es inimaginable. Así que haciendo un balance, lo mejor de este proceso no es el resultado de cada uno por separado, sino de la experiencia en conjunto. Interpretada (no obstante) en primera persona. Ese es y seguirá siendo el verdadero aprendizaje.

Referirme a nombres, situaciones y momentos implica un riesgo de memoria. No pretendo ser puntual. Habría que distinguir, al menos, varios grupos: los amigos, los alumnos, los aliados de negocio, los compañeros y aquellos otros que no necesaria o simplistamente entran en estos rubros. A todos ustedes, salud, prosperidad, amor… los ejes de nuestra existencia. Hoy sin que necesariamente deba pretextar estas fechas para sentirlo, aunque sí para manifestarlo.

En la asimetría de nuestros contextos, de nuestros aprendizajes, los aprecio mucho.

Y los recuerdo…

Su Amigo,


Javier Carlo
Comunicólogo

Ciudad de México. 22 de diciembre de 2006.

15 octubre 2006

NRDA Sólo Eclécticos

Espacio reservado para comentarios inteligentes. Intercambio de información y resolución de dudas.

Al estilo único de Javier Carlo.

Tute. ¿Eh? 2007.