31 julio 2007

Grande

L E O N E L ...


Trato de no ser triste al escribir ni de impregnar las palabras
de melancolía, sin embargo, he aprendido que la ausencia pesa mucho más que el olvido o cualquier otro sentimiento que nunca antes me hubiera embargado.

Te veo en mis palabras y te hablo en mis sueños, tanto que a veces no sé dónde acaba la palabra ni el sueño, o si tal como lo presiento, estos forman parte de una realidad que sólo es imaginación.

Así te vi, así te hablé, por ejemplo en las frases y los objetos
del poeta Neruda, en La Chascona (su casa barco), una tarde soleada a los pies del cerro Santa Lucía, en Santiago de Chile. Ensoñación
por todas partes, luz, mariposas y una de ellas que traía el verso escrito [ ‘Hoy es hoy y ayer se fue, no hay duda’ * ], en medio
de un aura azul violácea… De alguna manera, eras tú.

Ahora ese verso está aquí. Y así por el verso como por tantas otras cosas, detalles e incidentes, es que yo sigo dudando que en verdad
te hayas ido, pues transitas en nuestro presente, sólo que al dejar
la corporeidad te has vuelto atemporal, eterno. Así permaneces, inexplicable. Incluso, en mis palabras melancólicas. Quizá en mi ensoñación o en mi locura, en ese corto concepto de lo que es verdad o no. Me comunico contigo y te siento.

Y te extraño.

Mañana cumplirías años, 2 menos que yo a pesar de que siempre asumiste el papel del mayor y me cuidabas. Lo cierto es que
lo sigues haciendo. Y nunca acabarás de sorprenderme.

En la luz que revolotea, ojalá te tuviera físicamente para darte
un gran abrazo. Así como ayer, hoy, siempre... sin que el tiempo
sea condición.

Te quiero mucho, querido hermano.

[ * Neruda, Pablo. Celebración. ]

Javier


P I D OOS I L E N C I O

Pablo Neruda

[ Fragmento ** ]



Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.

Sucede que soy y que sigo.

No será, pues, sino que adentro
de mí crecerán cereales,
primero los granos que rompen
la tierra para ver la luz,
pero la madre tierra es oscura:
y dentro de mí soy oscuro:
soy como un pozo en cuyas aguas
la noche deja sus estrellas
y sigue sola por el campo.

Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.

Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.

Ahora, como siempre,
es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.

Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.


[ ** De Estravagario, 1958. Fotografías de Javier Carlo.
Cementerio de Recoleta. Buenos Aires, Argentina. 2007. ]

07 julio 2007

Graduación

F I N A L LD EL T E M P O R A D A

[Javo de toga en la segunda butaca de la tercera fila. En Bellas Artes.]

Buena parte de las escuelas concluyen sus ciclos académicos
esta semana, entre ellas algunas universidades. Sin embargo,
hay instituciones que al no operar con períodos semestrales
se encuentran a mitad de cuatrimestre, o bien ofrecen cursos
de verano, incluso cursos modulares.

En consecuencia habemos profesores que justo esta semana
no sólo cerramos sino que abrimos y estamos a mitad de período, que revisamos actas, exámenes y tareas, además de programar
–también– una semana de vacaciones entre julio y agosto, la cual
no pocas veces pactamos con sangre, sudor y lágrimas.

En medio de tanto ajetreo, conocemos nuevos alumnos,
nos reencontramos con algunos otros y nos despedimos inevitablemente de aquellos que dejan las aulas para emprender
su propio camino, muchas veces sin sospechar (o admitir) que nosotros los profesores hemos sido alumnos de nuestros propios discípulos y quizá hemos aprendido más de ellos, al permitirnos guiarlos y ser parte de su vida académica.

Una de las satisfacciones más grandes que he tenido como profesor ha sido asistir a los exámenes profesionales de mis alumnos,
así como a sus ceremonias de graduación, formar parte del protocolo, de la fiesta y esos primeros momentos en que les cae
el veinte de que la escuela ha dejado de existir, de ser parte de
las obligaciones, de la rutina, del tener que despertarse muy de mañana, en fin… lo cual puede definirse sólo a partir de una serie
de sentimientos encontrados, que por lo general va de la euforia
a la nostalgia, misma que nos contagian a nosotros sus profesores.

Y es que también tenemos nuestro lado sentimental, aunque
no siempre lo dejemos ver.

Hace unos días tuve el gusto de asistir a la ceremonia de graduación de la Universidad de Las Américas, que tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes, acompañado de mi amiga Paola Zazueta, donde ocurrieron algunas cosas muy graciosas, entre ellas que me confundieran con un alumno (para variar) y casi no me dejaran entrar como parte del claustro de profesores, o que mi jefa la Doctora Cecilia Porras ensartara el gancho que sujeta la capa de la toga
en una de mis corbatas favoritas ¡snif!

En unos días más asistiré a la ceremonia de graduación de mis alumnos de Maestría de la Universidad Justo Sierra, el primero de mis grupos que se conforma de puros docentes, todos ellos mayores que yo, excepto uno, y con quienes puedo decir que llevo una relación muy buena pese a la diferencia de edades o a mis tontos prejuicios que de repente me hicieron sentir poco apto para darles clase, pero luego de un semestre tal parece que la experiencia sí les gustó.

En uno y otro caso, en todos los casos, la verdad es que me siento muy emocionado de formar parte de la vida académica de mis alumnos y verlos emprender sus propios caminos, o bien reorientarlos con más información y nuevas expectativas. De alguna manera, sé que ellos reflejan parte de lo que yo soy y por eso mismo me siento responsable de ser –quizá– uno de los modelos a los que puedan recurrir para conducirse en la vida.

Los profesores –¿saben?– también estudiamos mucho, casi a diario, nos desvelamos y dejamos de hacer cosas con tal de ofrecer a nuestros alumnos lo mejor de nosotros mismos. Y aunque casi siempre nos toca el papel de ser duros y estrictos, incluso villanos, cualquier esfuerzo vale la pena con tal de ver a un egresado portar
su título en dichas ceremonias; así mismo, corroborar paradójica-
mente que cada semestre tenemos más colegas y sin duda alguna más competidores a nivel profesional.

Sin embargo, nosotros los conocemos a todos ellos, así que por eso les llevamos cierta ventaja, ¿no lo creen?

En tanto que sigo siendo alumno y no pocas veces he carecido de
un buen respaldo por parte de mis profesores, de corazón aprovecho para decirles a todos mis alumnos que me da mucho gusto ser
su profesor. Neto.

¡Muchas Felicidades!



LA FIESTA QUE FALTABA...

[ Comentario subsecuente. Agosto 10.]

Acudí a la fiesta de graduación de mis alumnos de la Universidad Justo Sierra en compañía de Lorena Estrada. Ella despampanante
en un vestido recto de color negro, bordado de espigas doradas.
Yo muy formal, de traje gris oscuro y corbata plateada.


Esa noche, cabe señalar,
no sólo tuve la oportunidad
de hacer entrega de los diplomas a los maestrantes, sino de protagonizar –también– la nota de color de la fiesta.
*


[ We're gonna rock, gonna rock around the clock tonight... ]


Lorena y yo, al querer cerrar nuestra pieza de rock and roll
con 5 vueltas seguidas y una inclinación ‘leve’, caímos estrepitosamente en uno de los laterales de la pista del Centro Cultural del México Contemporáneo, ante la mirada atónita y risueña de todos mis ex-alumnos, quienes de inmediato fueron en nuestro auxilio y nos llevaron cargando hasta la mesa, en medio de
un ataque de risa (al menos de mi parte, eso seguro).

La pista enorme, las palmeras tan erguidas y la roca colosal
de papel maché que pende justo al centro del salón, así como
una que otra cámara indiscreta, fueron espectadores de semejante epopeya (en argot coloquial, tómenlo como ‘oso’, sino es que ‘osote’), en medio de un silencio espectral que la propia banda nos dedicó, pues pude percatarme que los baquetazos no volvieron
a marcar compás hasta que Lorena y yo estuvimos sanos y salvos
en nuestros lugares. Ambos nos repusimos en un lapso de 2 ó 3 canciones y en seguida regresamos a la escena del crimen, procurando no volver a meter la pata.

A casi 2 semanas del incidente, aún me duelen mi codo, mi rodilla
y una buena parte de mi amor propio... Me pregunto, ¿acaso habrá
una versión de ese final de baile en YouTube?