24 diciembre 2007

Contigo

M IS D E S E OS E S T AS N A V I D A D

[ Después de tanto pensar y desvelarme lo he decidido... ]

¡Hay que enamorarse cada vez que sea posible! No recuerdo a quién le escuché este consejo pero hoy que lo medito, concuerdo al 100% con esa persona, independientemente de la manera como la gente demuestre su cariño, si sabe querer o no, o mejor dicho, si sabe corresponder a nuestros afectos y a la manera como nosotros
la queremos. Lo importante es querer y saber hacerlo es –con todo– una bendición.

Enamorarse es bueno para el organismo, la mente y el espíritu,
todo funciona mejor cuando sentimos esa cosquilla que nos invade
el cuerpo y sin querer nos impulsa –incluso– a hacer cosas que otros calificarían como cursis, pero qué importa si se trata de nuestra propia manera de externar el amor que hay en nosotros. De nueva cuenta, lo importante es darnos cuenta de que somos capaces de generarlo y compartirlo. ¡Así que enamorémonos!

Hoy, mi deseo para Navidad es precisamente ese: enamorarme
con toda la capacidad que tiene mi ser y compartir. ¿Acaso estoy escribiendo esto? ¡Sí! Sí, soy yo.

La próxima Navidad quiero estar en compañía de alguien que rompa mis esquemas y me haga sentir como hace tiempo no me siento: loco, alucinado, voluntariamente atrapado en una relación estable, aunque no por ello ordinaria ni estereotipada, ¡sí!, pese a la cantaleta que usualmente repaso con tal de no verme comprometido.

También, pese a mis amigas las tan consentidas, las celosas y férreas, y aunque suene extraño (sobre todo viniendo de mí),
ahora sí es cuestión de ceder un poco para darle a esa persona
su lugar, integrarla a mi círculo, y yo integrarme a otros. No,
no es pedrada, sólo es contar con su apoyo –queridas amigas–
desde hoy. Sin que el hecho de establecer una relación estable signifique dejar de ser yo mismo, como equivocadamente se supone, sino crecer. Eso: ¡crecer!

Hoy me voy a dar permiso de enamorarme más seguido,
de compartir mi tiempo y mi espacio, mi planeta, y aunque no sé bien en qué terrenos me vaya a aventurar, comprendo que por ahora es más importante ubicar aquello que no quiero, para no caer
en contradicciones y –en cambio– ofrecer lo mejor de mí, generando así una mejor respuesta. Porque 2 planetas –sospecho– están a punto de aproximarse y así quiero que sea (aunque no sepa dónde está).

[ Javo el último día de clases -como profesor-
en Universum. Ojeras incluidas. ]

¿Pero qué es lo que no quiero, ni de una ni otra parte? Joaquín Sabina lo retrata muy bien en la siguiente canción, desde ahora una canción con la que comulgo mucho. Contigo.


C O N T I G O

Joaquín Sabina

[ 1996 ]


Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá,
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.

Yo no quiero vecinas con pucheros,
yo no quiero sembrar ni compartir,
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas,
yo no quiero que elijas mi champú,
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde,
yo no quiero columpio en el jardín,
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres,
porque el amor cuando no muere mata,
porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
nunca supe llegar a fin de mes,
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero,
yo no quiero besar tu cicatriz,
yo no quiero Paris con aguacero
ni Venecia sin ti.

No me esperes a las doce en el juzgado,
no me digas volvamos a empezar,
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste,
yo no quiero contigo ni sin ti,
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres,
porque el amor cuando no muere mata,
porque amores que matan nunca mueren.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres,
porque el amor cuando no muere mata,
porque amores que matan nunca mueren.

Porque amores que matan nunca mueren...
Y morirme contigo si te matas.







[ * Contigo. Joaquín Sabina y
Joan Manuel Serrat
.
Dos Pájaros de Un Tiro, 2007. ]








[ * Contigo.
Joaquín Sabina.
Yo, Mi, Me, Contigo, 1996. ]


[ * Interesante: 'Contigo' como ejemplo barroco de la poesía sabiniana. ]

[ ** Fotografías de Javo: Lula Adi. 2007. ]

22 diciembre 2007

Regalo

I N É D I T OS E NS N A V I D A D

[ Claudia Salamanca y yo en el carnaval de Ciudad Rodrigo. 2005. ]


En mi planeta, debo aceptar, la Navidad no es una de las fiestas
que yo más celebre –en realidad nunca lo ha sido–, no porque no crea en Dios: sólo él sabe mi órbita, nivela su imperfección; ni porque sea un Grinch (y el término tampoco me gusta), sino porque pareciera que el Dios de esta humanidad, es el consumismo.

Sin mal interpretarlo y sin mal interpretarme, me refiero a ese consumo neurótico, desmedido y chantajista en el que muchas veces queremos expiar nuestras ‘culpas’, sobre todo si hace frío y hay luces de colores por todas partes, sin que importe tanto si eso representa en verdad a Dios o no, a Helios, Apolo o alguno otro.
Lo importante es gastar, fanfarronear, disfrazarnos de esos personajes en los que ya ni nos reconocemos con tal de ser materiales.

Lo mismo aquel que dona a la caridad para fingir altruismo,
que el que aparenta cariño con tal de conseguir dinero, estatus
o simplemente un buen comentario acerca de sí mismo.

Pero siendo honestos, ¿quién ahora comprende la noción de lo que
es el ‘valor’ en un sentido amplio… humano, trascendente? ¿Y a quién le importa?

Yo creo en Dios, lo reitero. En un Dios que tiene el derecho de ser imperfecto y equivocarse, así como nosotros, pues más allá de nuestro ego, hemos sido creados a su semejanza. También creo en
el consumo –no me doy golpes de pecho, ¡y menos yo!– siempre
y cuando este consumo tienda a resolver necesidades, no a expiar culpas. Mucho menos si estas se quieren achacar –de paso– a Dios.

Aclarado el punto, también quiero decir que creo en lo regalos
–hey no se rían–, pero si y sólo si estos se encuentran cargados de significados, y representan –al menos– una parte de nuestro valor como personas.

Los griegos se regalaban manzanas entre sí para simbolizar
la amistad, incluso alguna vez yo lo hice, ¿lo recuerdan?
Del intercambio de manzanas derivan los de obsequios tal y como
los conocemos ahora, y a partir del origen de ese gesto es que
he acrecentado la costumbre de dar regalos no sólo en Navidad, sino todo el año, regalos simbólicos, conceptuales, que de alguna forma me representan y me brindan la dicha de darme como amigo.

En un medio asincrónico como lo es este blog, Carlo Planeta,
hoy quiero regalarles algunos de los textos que por falta de tiempo, inspiración, ambas o alguna otra razón, quedaron inconclusos y
no publiqué, sin embargo, capturan la esencia de algunos momentos que han sido muy importantes este año. Sin una coma de más o
de menos, del papel a la pantalla: es mi regalo en estas fechas.

Incluyo -por supuesto- algunas imágenes y datos curiosos de este blog que ni se imaginan.


[ agosto ]

ESOS MOMENTOS DE PAZ

En un inicio, 'Esos Momentos de Paz' iba a ser un 'Top 5' parecido al de Argentina y Chile. Los 3 textos ausentes son:

14.43 horas [domingo]. Un recorrido en kayak por Bahía Balandra.

20.10 horas [sábado]. Admirar la puesta de sol acompañado de
‘El Viejo y el Mar’.

23.34 horas [viernes]. Una margarita de mango frente a la luna sonrojada.

Este sería parte de uno de esos textos.


J A V I E RS YS M A L E C Ó N

[ El Cristo del Mar, firmado en su tercio inferior por 'Mena',
de quien aún desconozco su identidad. ]


Mientras más camino por el malecón de La Paz, más me gusta
este paseo, más el sol me tuesta y más azul el mar parece tornarse. El viento, a veces fresco y a veces tibio, orienta mis pasos y me hace arraigar al llamado Puerto de la Ilusión, o bien, al secreto mejor guardado de Baja California Sur. Hoy, ráfagas de cielo, albúmina
y asfalto escurren por mi lienzo, que es puro pensamiento de la más viva estampa de un hombre que solo transita.


Palabras como las olas,
en sus crestas y en sus pies,
me construyen, me explican
y acompañan sobre esta vía que de alguna forma me hace parte de sus personajes. Ahí están las caracolas, el delfín que remolca a la sirena, ese hombre que
a pesar del bronce levanta su barco de papel para encumbrarse sobre el océano… ¿acaso es él demasiado intrépido o soy yo el menos optimista para entender semejante aventura?


Sea cual sea la respuesta, sigo siendo el paseante. Aquel que necesita sus pasos para sorprenderse lo mismo con
los brillos, los colores y las reminiscencias, que con el muelle y el nombre del barco que descansa a orillas de esta ciudad. Se llama ‘Leo’. Alzo la vista y no niego que exista Dios, y aunque hace tiempo no creo en
las simples coincidencias, reconozco que soy parte de su escritura, que ambos nos replicamos en una especie de diálogo: ausente, silente, terriblemente sígnico (o al menos eso creo).

Ya lo dije, soy y me repito a mí mismo en cada metro de este enclave. Dejaré que Dios siga escribiéndonos a ambos, Javier
y el malecón.

Y todo es calma.

[ * Escultura de Guillermo Gómez Mac. El Viejo y el Mar. México. 2004. ]



[ junio ]

EXAMEN A LA UAM

Luego de algunas semanas, mi nombre no fue publicado en la lista del postgrado en Nuevas Tecnologías de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), por lo que quise hacer un paralelismo entre
mi segundo año de preparatoria y ese momento, sospechando que
–en efecto– había sido reprobado (razones no faltaban).


R E P R O B A D O

[ No es mi grupo de prepa pero sí de Doctorado: Rayito, Agostinha, Karina,
Javo, Hussein, Vilma, Luis, Peru y Ángel. Y sé que les debo una disculpa
por no regresar a Salamanca. ]


La primera vez que reprobé deliberadamente un examen fue
en la preparatoria. Concluía la década de los ochentas y hacía
unos años que había concluido –también– mi niñez.

Recién me convertía en aquel adolescente que probaba la rebeldía y le gustaba andar con los pantalones Op llenos de hoyos, las camisetas ACA fosforescentes y una gorra de mezclilla que no sé de dónde saqué. Ya era ecléctico pues igual me la pasaba escuchando las canciones de Timbiriche que las de Rock en Tu Idioma, a la vez
que me perdía en los cuentos de Borges, de la ficción a la urbanidad, acompañado no pocas veces por mis cuadernos de apuntes, siempre de rayas y sólo de 50 hojas, y una taza de café… sí, desde entonces.

Recuerdo que tenía un walkman pero nunca tenía espacio suficiente en la ropa para cargar todos mis cassettes. Siempre llevaba una carpeta de argollas, de plástico y con broche de velcro, adentro iban los libros, los apuntes, las clásicas plumas de colores y uno que otro esperpento. Caminar sobre suelas de goma y sin calcetines era –con todo– un buen ejercicio.

Un día entre canciones, caminatas e imágenes del paisaje industrial de por estos rumbos, Javier decidió que no valía la pena presentar
3 exámenes parciales y un final para pasar algunas materias que
le parecían aburridas, incluso se le dificultaban, que para entonces eran casi la mitad, de Etimologías Grecolatinas a Química, pasando por otras que no estoy seguro, ¡ah y Geometría Analítica!, aprovechando el viaje.


[ febrero ]

BUENOS AIRES

Una crónica de la ciudad que me abrió los brazos a pesar de los estereotipos que cargué por mucho tiempo. Y a la que ahora simplemente amo. Este sería sólo el principio.


2 2 2D Í A S


[ Carlo en el reflejo de Tute, caminando por Buenos Aires. ]


Me enamoré de Buenos Aires –quizá– un medio día de domingo que
leí una historieta de Tute. Ahí estaba la caricatura, emulando a ese Javier Carlo tan ensimismado, incapaz de recuperarse a sí mismo, del que ahora puedo decir he empezado a borrar. Tute, de la autoría de un joven de mi edad, situado a 7,468 kilómetros al sur de la Ciudad de México, de pronto se transformaba en uno de mis tantos reflejos y auguraba el hecho de [… (volver a) ’mostrarme como soy, con todos mis errores’*].

La historieta, depositaria del augurio y de una gran nostalgia,
no sólo se convirtió en una de mis favoritas sino en el primer vínculo afectivo que tuve de Argentina. Para ser honesto, la noche vieja
de hace 6 años (2001) mi mamá había pronosticado que no pasaría mucho tiempo antes de que yo pisara la ciudad de Borges y trasladara mis afectos ibéricos –tan conocidos– al sur de América.

Lo que parecía improbable se materializó debajo de una nube gris que se mostraba cual carta de presentación de esa ciudad porteña, que desde el primer momento me atrapó y me hizo sentir como en
mi propio hábitat,

…cobijado por un chipi chipi que no desapareció sino hasta que llegué a la casa de mis anfitriones, en el barrio de San Telmo.

[ Carlo en el reflejo de la puerta del edificio donde vivió Borges.
En Quintana 222: ¡matemático! ]


* Día Siete. Número 278.
La historieta se puede consultar en http://www.tutelandia.com.ar/
Menú > Páginas > 14



D A T O SS C U R I O S O S

[ En invierno todo puede ocurrir. 2005. ]


1. Todavía recibo muchos comentarios en mi cuenta de correo electrónico y no aquí en el blog, pues la gente piensa que al abrir
la ventana de respuesta puede arruinar lo que ya está publicado,
lo cual es falso. Anímense a comentar directamente.

2. El post ‘Un Comunicólogo’ ha sido bajado por muchos de ustedes, incluso para fines académicos. ‘Final de Temporada’ y ‘Explico Callado’ son –al parecer– los que más les han gustado, y ‘Leonel…’
el más buscado en la web (seguro que Leo ha de tener algo que ver con esto). ¡Gracias!

3. Me fui de Buenos Aires con una caja de cartón, específicamente de jabón Económico de Johnson, misma que me regalaron, en la que traía libros, revistas y souvenirs que había comprado en Argentina, para mí, para mi mamá y para Rafa Quintana, incluso para algunos de ustedes. Y que estuve cargando durante los días que estuve
en Chile. Todavía la conservo pues como dice Beatriz Flores: es
el recuerdo más significativo del viaje.

4. También traje mi copa de la viña Concha y Toro (Chile), en la
que tomé vino del ‘Casillero del Diablo’. Y con la que me manché
esa playera de FBI (Freaky Brigade International) que me vendió Javier Cantero y que tanto me gusta, sólo miren las fotos.

[ Junto al viñedo de mi año: ¡vino joven y bueno! ]


5. Luego de que Rafa Quintana publicó su comentario en ‘Top 5’, varios de ustedes me confesaron su timidez por escribir y verse opacados por lo que él había puesto. ¡¿Qué pasó?! Todos los comentarios son bienvenidos (siempre y cuando estén firmados).

6. Hasta ahora, no he encontrado en YouTube el video de la fiesta donde nos caímos Lorena y yo, bailando rock and roll.

7. Acerca de la identidad de la persona a la que me refiero en ‘Explico Callado’, sólo les puedo decir que le llamamos Yuridia.
Y que publicó su respuesta en YouTube.

8. Ocurrió un caso similar a ‘Explico Callado’, pero esta vez
no valía la pena dedicarle un escrito, salvo una pequeña nota
en este mismo post, sobre aquellas personas que aparentan cariño para conseguir… lo que dice el texto. Resultó cierto eso de
las medias horas [!!!].

9.’Javier y Malecón’ es un texto que se quedó grabado en la computadora de Álvaro, allá en La Paz, sin embargo me lo envió
a mi cuenta de correo y ahí permaneció intacto más de 3 meses.
El día que decidí publicarlo, me di cuenta que la versión de Word
en la que estaba guardada era la de Windows Vista, que a mucha gente no nos gusta porque cambia las raíces de los documentos,
así que ya se imaginarán el rollo que fue recuperarlo.

10. La encuesta sigue abierta hasta el día 31, pero hay quienes
no la encuentran. Está en la columna derecha (en relación con
sus hombros), debajo de mi curriculum vitae. ¡Me encantaría que
la contestaran!

[ * Fotografías de Claudia Salamanca y Javier Carlo. 2005, 2007. ]

11 diciembre 2007

Postgrado

Ú L T I M A SS E M A N A AD E AC L A S E S

[ Alfredo, Karla, Fernanda, Mary, Paco, Claudia, Rocío,
Natalia, Mariana, Javo, Zaira y los 3 compañeros de Industrial ]


¡Tan rápido, el trimestre acabó! ¿Lo pueden creer?

Recapitulando, no fui al Forum de las Culturas en Monterrey
por quedarme a hacer este postgrado, pero tampoco aprendí
Flash o Dreamweaver tal como hubiera esperado.

Y aunque tengo varias emociones encontradas, debo sincerarme
y reconocer que al menos aprendí algo: a ser un mejor profesor,
esto es, ponerme en el lugar de mis alumnos y dar todo de mí en
las clases.

Me dijeron pato, fui a las Olimpiadas y estuve en la Luna –claro,
todo virtual–. Le pusieron muchos peros a mis ideas por ‘grandes’, que si los gadgets, la crisis de los 30 ó el aprendizaje situado,
y a fin de cuentas no desistí (gracias a todos mis terapeutas).

Rafa, Juan, Lula, Cristina, Roberto, Erick, Gonzalo, Juanito
y mil disculpas si omito algún nombre -ya parezco de concurso-,
¿será que lo logramos? ¡Si vieran todas las dudas que tengo!

Salgo raspado pero si hay algo que en verdad vale, es esta reflexión que me estoy haciendo ahora, ya que la experiencia vivida estos
3 meses –sea cual sea el calificativo– es lo que me va a hacer crecer. Para variar: Carlo crítico.

Y como pueden ver, ¡nuestras caras de cansados! Luego de que el profesor no llegó a recoger nuestros ensayos. ¡Jajaja!

[ * Historias de Danzón y de Arrabal. Aleks Syntek. Lección de Vuelo, 2007. ]

[ * Fotografía de Edwin Almeida. ]

25 noviembre 2007

Generación 80

¿ S E Ñ ORYY O ?


En efecto, llega un día en que un niño, un chavo, un alumno
–incluso uno como tú– te dice ”señor…”. Y entonces, ¿qué pasa? ¿Cómo no entrar en crisis?

Este es un video para todos aquellos a los que en fechas recientes empezaron a decirnos así: señores. Sin que aún nos, ¿resignemos?

Por cierto, me encanta la Coca-Cola.

11 noviembre 2007

Alboroto

F O T OAE NAL AAÓ P E R A

[ Víctor, Héctor, Juan, Rocío, Cristina y Javo. ]

Hace unos días tuve el gusto de reunirme con algunos compañeros
y amigos de la Universidad de Londres en la cantina La Ópera, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, famosa
por una leyenda que cuenta que Pancho Villa disparó al techo de
ese lugar en protesta del ruido que la gente hacía en la calle,
no obstante, en una época en que la reserva de municiones era escasa, de hecho, muchas balas eran de madera, lo que hace cuestionar qué fue lo que realmente ocurrió en ese sitio.

El lugar emblemático, no sólo para convivir sino para festejar
mis primeros días en el Postgrado en Diseño: Nuevas Tecnologías,
en la línea de Hipermedios, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), México. Postgrado en el que al igual que Pancho Villa yo también armo alboroto ya sea por mis ideas acerca del diseño o por la manera en que considero deberían ser
los profesores, en tanto que también soy profesor de postgrado
(en otras universidades).

Lo importante –en todo caso– es el hecho de estar nuevamente en
un postgrado, esta vez respaldado por los compañeros, amigos y ahora también mis profesores de la Universidad de Londres,
a quienes considero todos unos mentores.

¡Aunque el verdadero cómplice intelectual de esta aventura
es Rafa Quintana!


[ Más acerca de La Ópera ]

20 septiembre 2007

Incontables

E S O S SMO M E N T O S SD E PP A Z


[ Sabrán porqué estas fotos salieron taaan caras ]



08.58 [ lunes ]

Una caminata por el malecón de La Paz.

En Baja California Sur,
el tiempo corre una hora detrás del acelere de la Ciudad de México. Así, da la impresión
de que el día es más largo.

Por la mañana, Jorge suele dejarme en el cruce de Álvaro Obregón y Mutualismo, cerca
de la escultura de la sirena y el delfín, antes de ir a su trabajo.

Yo no me canso de andar por este paseo de lozas colores arena y marrón, tanto que el primer día fui capaz de caminar no sé cuántos kilómetros hasta donde concluye, fuera de la ciudad, cerca de playa Coromuel. Quería llegar al acuario, sin embargo, el malecón termina en una zona de obras, por debajo de la carretera que lleva a dicho lugar, hecho que frustró mi objetivo.

Esa caminata, cabe señalar, fue la responsable del color que todavía luzco, así como de la insolación que me tiró en una de las bancas que están junto al kiosco, una vez que regresé y me tomé unos 2 litros
de agua, quedando una sopa de Javo. También, de una llamada de atención por parte de Álvaro, puesto que [‘…nadie camina en el sol de La Paz justo a medio día’].

Ya luego me enteré de que el acuario estaba cerrado.


15.24 [ jueves ]

Nadar en el acuario más grande del mundo.

La camioneta de Fun Baja pasó por mí pocos minutos después de las 8 de la mañana. Una embarcación saldría de Marina Palmira a la isla Espíritu Santo, donde un grupo de buzos (3 japoneses y 2 gringos) haría 3 inmersiones, las 2 primeras a las faldas de la isla, la otra
en un punto donde el gobierno hundió un barco con fines turísticos.

Pero esta vez yo no iba a bucear –lo siento amigos de Gaalho, critíquenme–, sino a disfrutar del confort y la seguridad que brinda uno de estos circuitos por el Mar de Cortés, denominado el acuario más grande del mundo.

Los buzos descendieron. Antonio,
el asistente que me asignaron, y yo decidimos esnorkelear cerca de la colonia de leones marinos de Isla Partida. Toño, en cierto momento,
me previno de un macho que pasó
junto a nosotros, el cual yo no vi.
Lo que sí vi fue una multitud de peces de franjas amarillas y naranjas, llamados taxi, entre los que descendí varios metros, advirtiendo ese dolor de oídos que hace 3 años no sentía
(cuando obtuve la certificación de buzo).

Más tarde, otro bote nos llevaría a Ensenada Chica, una playa con
las comodidades suficientes para sentirse en el paraíso. Toño y yo recorrimos la bahía en kayak y luego comimos Marlin, uno de los peces más célebres de la península. Yo aproveché para tomar varias fotografías. Mi teléfono móvil, en cambio, aprovechó la locación
para echarse un clavado en esas aguas de rayas enterradas, y hacer mi experiencia ¡más intensa!


[ Javo en bote y con el celular en una de las bolsas ]


Ya de regreso, nos detuvimos en la zona donde se encuentra el
barco hundido. Los buzos se quejaron todo el tiempo de la falta
de visibilidad, en efecto no era mucha (pues se acercaba un huracán).


Por el contrario, yo me descubrí en
la alberca más grande y azul que nunca haya imaginado, practicando mi nado
y mis clavados, recordando –también– los consejos de mi instructora Yazmín.
A lo lejos, una mantarraya saltaba enorme, claro, con mucho mejor
técnica que la mía; un momento único,
a escasos metros de ‘mi yate’.


Sin duda, ¡era el hombre más afortunado del mundo!

Y justo ahora que lo recuerdo, no puedo dejar de sentir el plúmbago de ese mar, astillando los ocres del desierto.

... la tarde caía a gotas.


[ * Fotografías de Jorge Acosta y Javier Carlo.
La Paz, Baja California Sur, México. 2007. ]

[ * Escultura de Guillermo Gómez Mac. El Viejo y el Mar. México. 2004. ]

15 septiembre 2007

A jmrp...

E X P L I C O* C A L L A D O



La gente que está a mi alrededor suele decir que soy frío,
hosco, poco detallista
, que no siempre sé valorar los afectos
que las personas me brindan, a veces por despistado, a veces
porque no dejo que se me acerquen.

También dice que esto se ha incrementado de unos años a la fecha
y que debería trabajar en ello, no sólo para ser más sensible
al cariño de los demás, sino para vencer mi propio hermetismo.

Esta vez lo hice, salí de mi caparazón, me dejé sentir, me mostré como pocas personas me conocen, fui tierno, detallista, cariñoso… tanto que me inquieta pensar que haya rayado en lo cursi.
Después de mucho tiempo, me interesé en alguien como yo pensé
no podría volver a hacerlo.

Y fue como encontrarme conmigo mismo –no sabes qué trancazo–, alguien tan similar, cuyo hermetismo aún no logro entender y ahora
me tiene dolido. No porque no se interese en mí, sino porque
es incapaz de emitir algún tipo de respuesta, por más claro, directo
y honesto que yo sea. Por más entusiasmado que me muestre,
por más… ¿enamorado? Si es que a esto se le puede llamar
‘enamoramiento’.

¡Pero qué manera más tonta de ser tonto, que ser vulnerable
a mi propia forma de ser!

En este juego de espejos, todo transcurre callado –¡tan callado!–.
No hay susurros al oído ni voces fuera de lugar; no hay mensajes,
ni llamadas, ni reparos; no hay grandes emociones, no, sólo
este entusiasmo que ya degenera en neurosis. Entonces pareciera
que no hay nada, excepto algo que después de mucho analizar
se parece más al sexo, y yo no quiero eso.

Quizá el problema es ese, a fin de cuentas yo. Este Javier sensiblero que pocas veces se muestra y justo ahora quiso salir. ¡Qué ironía!

La vida tarde o temprano nos hace partícipes de aquello que vamos dispersando. Las frases mal hechas, las llamadas que no se contestan, los mensajes que nunca se escriben. Los peluches que
se quedan en la bolsa, las caricias que sólo se explican por el deseo
y no por la complicidad, las pláticas de trámite que no dejan que
nos conozcamos bien… la televisión al lado de la cama. El beso convencional y un hasta luego que ha de dejar la puerta abierta,
y quizá nunca estuvimos ‘juntos’.

En mi caso, quisiera procurar no volver a hacerlo, aprender de
esta experiencia. Sin embargo, ¿ello me permitirá volver a ser
el de antes? ¿El de mucho antes?



En efecto, sigo callado.

[ Ofrezco una disculpa a quienes hayan vivido algo parecido
conmigo. ]


[ * Toda la Vida. Emmanuel. Desnudo, 1986. ]


[ * Fotografía de Álvaro Berrón. Maravillas del Mar (galería),
Marina Costa Baja. La Paz, Baja California Sur, México. 2007. ]

03 septiembre 2007

...

C A L L A D O


Callado como yo, lo advierto. Un paisaje que no logro capturar. No es cuestión de geografía sino de entraña, tan callado ser, hermético y a la vez voraz.
Tal como un espejo que rebota la luz y aturde al mirarlo.

Callado se muestra y sospecho, de llegar a transigir nada
un mimo sería. La estampa es sólo un juego de ilusiones
y por eso mejor me callo.



Nota:
Personajes, memorias, lugares hay que nos intrigan y llevamos a cuestas.
En ocasiones, ellos nos hacen los días más agradables. Y esta no ha sido la excepción.

Texto ampliado en comentarios (al calce).


[ * El Eco de tu Voz. Playa Limbo. Canciones de Hotel, 2007. ]


[ * Fotografía de Javier Carlo.
Balandra. La Paz, Baja California Sur, México. 2007. ]

27 agosto 2007

Afán

D E S P L A Z A M I E N T O

[ Javo y la Paloma de La Paz ]


Desplazarme como alas con mis brazos y sentir el humor del sol,
complaciéndome.

Que no haya –hoy– más rumbo que el del ingenio,
puerto de llegada diferente al de mi ensoñación.

Desplazarme y asir la vista interminable en un azul,
falto de límites, principio y final.

Paradoja de un instante anclado a la eternidad.

Y así seguir...


Nota:
No he querido hacer una poesía sino una prosa más rítmica, incluso musical,
sin detenerme a construir o medir versos. Carlos Alberto Ruiz me ha hecho
la observación y es por eso que decidí cambiar el acomodo del texto,
quizá sea más eficaz, ¿ustedes qué opinan?


[ * Fotografía de Jorge Acosta.
Malecón de La Paz. Baja California Sur, México. 2007. ]

[ * Escultura de Juan Soriano. Paloma. México. 2003. ]

Baja 26.

A B S O R T O

[ Javo en playa Tecolote ]


Enfrente el Mar de Cortés y el Espíritu Santo hecho Isla.
Azul se siente, así me abraza y me recorre de Balandra
a playa Tecolote, el viento sobre estas bahías que se encadenan
hasta los confines.

El desierto se abalanza frenético sobre el mar, queriendo
algo más que calma. Así yo vierto mi ocre en el azul, en el índigo
y el turquesa… en el lente de Álvaro, quien pretende captar
a un Javier menos posado, absorto en el contraste que -ahora-
tiene de frente.


Un espejismo cerca de La Paz.






[ * Fotografías de (1) Álvaro Berrón
y (2) Javier Carlo. Playa Tecolote.
La Paz, Baja California Sur. México. 2007. ]

31 julio 2007

Grande

L E O N E L ...


Trato de no ser triste al escribir ni de impregnar las palabras
de melancolía, sin embargo, he aprendido que la ausencia pesa mucho más que el olvido o cualquier otro sentimiento que nunca antes me hubiera embargado.

Te veo en mis palabras y te hablo en mis sueños, tanto que a veces no sé dónde acaba la palabra ni el sueño, o si tal como lo presiento, estos forman parte de una realidad que sólo es imaginación.

Así te vi, así te hablé, por ejemplo en las frases y los objetos
del poeta Neruda, en La Chascona (su casa barco), una tarde soleada a los pies del cerro Santa Lucía, en Santiago de Chile. Ensoñación
por todas partes, luz, mariposas y una de ellas que traía el verso escrito [ ‘Hoy es hoy y ayer se fue, no hay duda’ * ], en medio
de un aura azul violácea… De alguna manera, eras tú.

Ahora ese verso está aquí. Y así por el verso como por tantas otras cosas, detalles e incidentes, es que yo sigo dudando que en verdad
te hayas ido, pues transitas en nuestro presente, sólo que al dejar
la corporeidad te has vuelto atemporal, eterno. Así permaneces, inexplicable. Incluso, en mis palabras melancólicas. Quizá en mi ensoñación o en mi locura, en ese corto concepto de lo que es verdad o no. Me comunico contigo y te siento.

Y te extraño.

Mañana cumplirías años, 2 menos que yo a pesar de que siempre asumiste el papel del mayor y me cuidabas. Lo cierto es que
lo sigues haciendo. Y nunca acabarás de sorprenderme.

En la luz que revolotea, ojalá te tuviera físicamente para darte
un gran abrazo. Así como ayer, hoy, siempre... sin que el tiempo
sea condición.

Te quiero mucho, querido hermano.

[ * Neruda, Pablo. Celebración. ]

Javier


P I D OOS I L E N C I O

Pablo Neruda

[ Fragmento ** ]



Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.

Sucede que soy y que sigo.

No será, pues, sino que adentro
de mí crecerán cereales,
primero los granos que rompen
la tierra para ver la luz,
pero la madre tierra es oscura:
y dentro de mí soy oscuro:
soy como un pozo en cuyas aguas
la noche deja sus estrellas
y sigue sola por el campo.

Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.

Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.

Ahora, como siempre,
es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.

Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.


[ ** De Estravagario, 1958. Fotografías de Javier Carlo.
Cementerio de Recoleta. Buenos Aires, Argentina. 2007. ]

07 julio 2007

Graduación

F I N A L LD EL T E M P O R A D A

[Javo de toga en la segunda butaca de la tercera fila. En Bellas Artes.]

Buena parte de las escuelas concluyen sus ciclos académicos
esta semana, entre ellas algunas universidades. Sin embargo,
hay instituciones que al no operar con períodos semestrales
se encuentran a mitad de cuatrimestre, o bien ofrecen cursos
de verano, incluso cursos modulares.

En consecuencia habemos profesores que justo esta semana
no sólo cerramos sino que abrimos y estamos a mitad de período, que revisamos actas, exámenes y tareas, además de programar
–también– una semana de vacaciones entre julio y agosto, la cual
no pocas veces pactamos con sangre, sudor y lágrimas.

En medio de tanto ajetreo, conocemos nuevos alumnos,
nos reencontramos con algunos otros y nos despedimos inevitablemente de aquellos que dejan las aulas para emprender
su propio camino, muchas veces sin sospechar (o admitir) que nosotros los profesores hemos sido alumnos de nuestros propios discípulos y quizá hemos aprendido más de ellos, al permitirnos guiarlos y ser parte de su vida académica.

Una de las satisfacciones más grandes que he tenido como profesor ha sido asistir a los exámenes profesionales de mis alumnos,
así como a sus ceremonias de graduación, formar parte del protocolo, de la fiesta y esos primeros momentos en que les cae
el veinte de que la escuela ha dejado de existir, de ser parte de
las obligaciones, de la rutina, del tener que despertarse muy de mañana, en fin… lo cual puede definirse sólo a partir de una serie
de sentimientos encontrados, que por lo general va de la euforia
a la nostalgia, misma que nos contagian a nosotros sus profesores.

Y es que también tenemos nuestro lado sentimental, aunque
no siempre lo dejemos ver.

Hace unos días tuve el gusto de asistir a la ceremonia de graduación de la Universidad de Las Américas, que tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes, acompañado de mi amiga Paola Zazueta, donde ocurrieron algunas cosas muy graciosas, entre ellas que me confundieran con un alumno (para variar) y casi no me dejaran entrar como parte del claustro de profesores, o que mi jefa la Doctora Cecilia Porras ensartara el gancho que sujeta la capa de la toga
en una de mis corbatas favoritas ¡snif!

En unos días más asistiré a la ceremonia de graduación de mis alumnos de Maestría de la Universidad Justo Sierra, el primero de mis grupos que se conforma de puros docentes, todos ellos mayores que yo, excepto uno, y con quienes puedo decir que llevo una relación muy buena pese a la diferencia de edades o a mis tontos prejuicios que de repente me hicieron sentir poco apto para darles clase, pero luego de un semestre tal parece que la experiencia sí les gustó.

En uno y otro caso, en todos los casos, la verdad es que me siento muy emocionado de formar parte de la vida académica de mis alumnos y verlos emprender sus propios caminos, o bien reorientarlos con más información y nuevas expectativas. De alguna manera, sé que ellos reflejan parte de lo que yo soy y por eso mismo me siento responsable de ser –quizá– uno de los modelos a los que puedan recurrir para conducirse en la vida.

Los profesores –¿saben?– también estudiamos mucho, casi a diario, nos desvelamos y dejamos de hacer cosas con tal de ofrecer a nuestros alumnos lo mejor de nosotros mismos. Y aunque casi siempre nos toca el papel de ser duros y estrictos, incluso villanos, cualquier esfuerzo vale la pena con tal de ver a un egresado portar
su título en dichas ceremonias; así mismo, corroborar paradójica-
mente que cada semestre tenemos más colegas y sin duda alguna más competidores a nivel profesional.

Sin embargo, nosotros los conocemos a todos ellos, así que por eso les llevamos cierta ventaja, ¿no lo creen?

En tanto que sigo siendo alumno y no pocas veces he carecido de
un buen respaldo por parte de mis profesores, de corazón aprovecho para decirles a todos mis alumnos que me da mucho gusto ser
su profesor. Neto.

¡Muchas Felicidades!



LA FIESTA QUE FALTABA...

[ Comentario subsecuente. Agosto 10.]

Acudí a la fiesta de graduación de mis alumnos de la Universidad Justo Sierra en compañía de Lorena Estrada. Ella despampanante
en un vestido recto de color negro, bordado de espigas doradas.
Yo muy formal, de traje gris oscuro y corbata plateada.


Esa noche, cabe señalar,
no sólo tuve la oportunidad
de hacer entrega de los diplomas a los maestrantes, sino de protagonizar –también– la nota de color de la fiesta.
*


[ We're gonna rock, gonna rock around the clock tonight... ]


Lorena y yo, al querer cerrar nuestra pieza de rock and roll
con 5 vueltas seguidas y una inclinación ‘leve’, caímos estrepitosamente en uno de los laterales de la pista del Centro Cultural del México Contemporáneo, ante la mirada atónita y risueña de todos mis ex-alumnos, quienes de inmediato fueron en nuestro auxilio y nos llevaron cargando hasta la mesa, en medio de
un ataque de risa (al menos de mi parte, eso seguro).

La pista enorme, las palmeras tan erguidas y la roca colosal
de papel maché que pende justo al centro del salón, así como
una que otra cámara indiscreta, fueron espectadores de semejante epopeya (en argot coloquial, tómenlo como ‘oso’, sino es que ‘osote’), en medio de un silencio espectral que la propia banda nos dedicó, pues pude percatarme que los baquetazos no volvieron
a marcar compás hasta que Lorena y yo estuvimos sanos y salvos
en nuestros lugares. Ambos nos repusimos en un lapso de 2 ó 3 canciones y en seguida regresamos a la escena del crimen, procurando no volver a meter la pata.

A casi 2 semanas del incidente, aún me duelen mi codo, mi rodilla
y una buena parte de mi amor propio... Me pregunto, ¿acaso habrá
una versión de ese final de baile en YouTube?


22 abril 2007

Un Día 23

A Ú NS S I E N T OS L AS P A S I Ó N

[ Javo y el Palacio de Madrid. 2003. ]

*
Un día como hoy de hace algunos años llegué por primera vez
a España. No soy tan católico para recordar si era domingo de Resurrección o de Pascua, sin embargo ese 23 de abril fue cómplice
y testigo de mi primer encuentro con la villa de Madrid, con esa urbe tantas veces solitaria que me ha visto solitario en algunos de los momentos más cruciales de mi existencia.


Madrid, la puerta de España. El arranque de tantos pasos y tantas crónicas que han forjado al trotamundos que –ahora– soy.

España de tarde y yo queriéndola, resistiéndome a quererla o
a enamorarme tal como lo hacía, pero ella se había convertido ya
en una especie de novia que siempre me aguarda, a sabiendas de que sacio otros muchos caprichos en las tierras de mis nuevas amantes. Y aun así, permanece.

¿Cómo dejar de adorarla?, por más que me lo proponga,
si llegan días como hoy y me pierden en la nostalgia de todos esos recuerdos que traigo prendados. Sus atardeceres, sus noches
que revelan mis secretos, incluso aquellos que desconozco,
y las aventuras que me han hecho recorrer casi toda la península,
de Madrid a La Rábida, de Toledo a La Coruña y del Cabo de Gata
a Tarifa, de ahí a toda Andalucía, a Cataluña, Castilla, Cantabria
y el País Vasco, y luego a todos lados.

El embrujo de Sevilla, el cante jondo de Granada, las raíces
y El Cid en Burgos, el olor a menta de Santiago, así como el rigor
de Salamanca… y nuevamente Madrid, en el medio de la geografía,
en tanto los labios de esa novia que siempre está dispuesta a confortarme con sus besos. A recordarme ese domingo soberbio en el que reviví y celebré el júbilo de ser un Javier Carlo apasionado, tan apasionado como nunca lo he vuelto a ser.

Un domingo en Iberia, de la Puerta del Sol a la Puerta de Alcalá, pasando por la Cibeles. Javier Carlo frente a la Gran Vía… un extraño frente a todas esas posibilidades que han llegado a mi vida desde entonces, aunque muchas veces no las haya sabido reconocer.

Hoy recuerdo, convido y añoro –paradójicamente– mis viajes por España, ansío retroceder en el tiempo y encontrarme con ese chico que vivía cerca de las carabelas, aquel que viajaba en el tren de alta velocidad (el AVE) y se sentía capaz de hacer girar el mundo. Tan vívido y vehemente como ya lo describía entonces, en esa frase que me sorprendió a orillas de la Ría de Huelva… […’mi pasión es andar sobre tierras castañas de mar’ *].


[ Javo y las carabelas. 2003. ]

Un día como hoy celebro esas marchas que dieron cuenta de mí
por mucho tiempo y que un día han de regresar con la misma intensidad, quizá más. Esas marchas, esas historias cíclicas que […’vienen, van y se van añorando mis besos de sal’ *].

Los recuerdos de tanta pasión que –difícilmente– me dejan ser cuerdo un día como hoy.

¿…será que sigo enamorado?


* Carlo, Javier. Crónica de un Viaje. 2001.

[ Desafortunadamente, no tengo fotos digitales de esa primera vez. ]

25 marzo 2007

Ranking

T O P**5

[ Casa de Poeta Neruda en Isla Negra ]

*
La constante del viaje ha sido la nostalgia.

Apenas retrocedo… el sol y la gente son los que prevalecen en
mi memoria, capaces de tornar las tardes grises y las lluvias torrenciales en recuerdos maravillosos, tanto como la soledad
y la melancolía que pudieron abatirme en un escenario así,
pero no lo hicieron. El sol, la gente y esa especie de cobijo que aún siente este ser tan [des]estructurado que hoy se reconoce –incluso– argentino.

Apenas retrocedo y aparece el recuento de mis momentos más añorados.


B U E N O S**A I R E S

*

1. El barrio de San Telmo.
Mis anfitriones Javier y Pedro,
su compañía y todas sus atenciones.
Las pláticas, las caminatas y las anécdotas de la gente, que me hicieron ver que no es correcto vivir con los prejuicios promulgados en torno a los argentinos y porteños, porque no son ciertos. Las clases de tango en el local de Bolívar, el ambiente y la paciencia que me tuvieron mis compañeros.
*
[ Bolívar casi esquina con Estados Unidos ]



2. El Obelisco
Del que estoy enamorado sin saber bien porqué. El cruce de las avenidas 9 de Julio y Corrientes, mismas que recorrí a pie, en bicicleta, en auto, en taxi y en camioneta, siendo todas experiencias inolvidables. Los teatros, los comercios así como las noches en esa zona tan emblemática de la ‘Ciudad de la Furia’.

*
[ La 9 de Julio y Corrientes ]


3. El barrio de La Boca.
Caminito, sus casas –ahora tiendas y galerías– hechas del material de los barcos, así como sus alrededores.
El museo de Benito Quinquela, sus cuadros luminosos, coloridos y nostálgicos... También, el beso que me plantó una tanguera que se tomaba fotografías con los turistas (y que no me dejaba ir).


[ Colores en Caminito ]



4. Puerto Madero.
El paseo en bicicleta a través de la reserva ecológica (medio día de sábado); el hecho de insistir llegar a la puerta de ‘El Faro’ e imaginar que vivía en ese edificio. Las dársenas y la tarde que me emborraché de sol al ras del Puente de la Mujer, proyectado en largas sombras.


[ El Faro en Puerto Madero ]


*

[ El Puente de la Mujer y Javo insolado ]


5. Los museos, los teatros
y las discotecas (boliches).
La vanguardia
, la fiesta
y el anonimato de los cuales
me revestí, sintiéndome por momentos un porteño más.
Mismos que me permitieron volver a hacer cosas que
hace tiempo no hacía, como desempolvar mi cámara e ir al teatro yo solo (con la ventaja de encontrar buen lugar de último momento), y a la distancia me hicieron apreciar mucho más mi entrañable Ciudad de México.

[ arriba: Floralis Genérica en Recoleta ]




[ El Centauro de Bellas Artes, el primero en posar para mi cámara. ]

Mención especial merecen el Casino Flotante (que nunca zarpa), donde Javier y yo perdimos y recuperamos los mismos pesos,
la Feria de San Telmo (símil de la Lagunilla), el mero domingo
de mi cumpleaños, así como la mesa de Federico García Lorca
en el café Tortoni… ¿será que España sigue rondándome?


[ Tango en la feria de San Telmo ]


A R G E N T I N A**Y**C H I L E

*


1. La playa Cozumel en Cariló, Mar del Plata.
La única en la que me sentí
un verdadero turista y en la que
me vestí del azul de la bandera de Argentina, entre los tonos del mar, el cielo y mi propio estado de ánimo. El bosque sobre las dunas y entrando al Atlántico. En definitiva, la mejor playa del viaje (aunque aquí la fotografía muestra el mar al atardecer).

[ 31 de enero, viendo hacia Mar del Plata y África. ]

2. La Chascona, La Sebastiana e Isla Negra.
Las casas de Pablo Neruda en Santiago de Chile y Valparaíso.
La entrada a un mundo hiper-
realista, con ese parámetro
que me ha convencido de que ser excéntrico no es algo que deba ser mal visto, sino comprenderse como algo necesario. Tan necesario como el Poeta Neruda, en quien puedo reflejarme. También en su mar, que al ser tan rebelde lo dejaron a orillas de su casa.

[ En la primera foto sale un OVNI ]















[Neruda no navegaba en mar porque en tierra igual bajaba mareado de su bote]

3. El carnaval de Gualeguaychú,
Entre Ríos. El carnaval de Argentina que corre a orillas
del Paraná y sobre las vías de una antigua estación de trenes.
Al compás de lo que a mí me pareció una canción que se repetía en distintas variaciones ‘Gualeguaychú, aquí aquí… El carnaval se vive así…’. Los trajes, los colores y el temperamento de esos argentinos, los menos prototípicos.

[ La fiesta de la que me contó mi amigo Esteban ]















[Alegría y manifestación en Gualeguaychú]


4. El pescado con Rúcula
que comí en el Restaurante
‘Amigos’ de Mar del Plata, luego de saludar a los leones marinos y pasear en el crucero Anamora, en medio de una tarde gris (del color de la plata, tal como diría Melina).
Ese sabor que me transportó vívidamente a tiempos, lugares y momentos que compartí con algunas de las personas más entrañables.

[ Un crucero bajo la lluvia ]


5. La visita a Concha y Toro, en Pirque (a orillas de Santiago). El vino, el Casillero del Diablo y la cosecha de
las uvas de mi año, ¡qué buenas están! También, las caminatas en el barrio bohemio de Bellavista y esa noche en
la disco, donde todo pasó.

[ Santiago, desde el Cerro Santa Lucía. ]

[*] Las fotos son mías, excepto foto del obelisco, de Caminito y tango en San Telmo.