03 septiembre 2007

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C A L L A D O


Callado como yo, lo advierto. Un paisaje que no logro capturar. No es cuestión de geografía sino de entraña, tan callado ser, hermético y a la vez voraz.
Tal como un espejo que rebota la luz y aturde al mirarlo.

Callado se muestra y sospecho, de llegar a transigir nada
un mimo sería. La estampa es sólo un juego de ilusiones
y por eso mejor me callo.



Nota:
Personajes, memorias, lugares hay que nos intrigan y llevamos a cuestas.
En ocasiones, ellos nos hacen los días más agradables. Y esta no ha sido la excepción.

Texto ampliado en comentarios (al calce).


[ * El Eco de tu Voz. Playa Limbo. Canciones de Hotel, 2007. ]


[ * Fotografía de Javier Carlo.
Balandra. La Paz, Baja California Sur, México. 2007. ]

3 comentarios:

Javo Carlo dijo...

[ A jmrp ]

La gente que está a mi alrededor suele decir que soy frío, hosco, poco detallista, que no siempre sé valorar los detalles que las personas me brindan, a veces por despistado, a veces porque no dejo que se me acerquen.

También dice que esto se ha incrementado de unos años a la fecha y que debería trabajar en ello, no sólo para ser más sensible a los afectos de los demás, sino para vencer mi propio hermetismo.

Esta vez lo hice, salí de mi caparazón, me dejé sentir, me mostré como pocas personas me conocen, fui cariñoso, detallista, tierno… tanto que me inquieta pensar que haya rayado en lo cursi. Después de mucho tiempo, me interesé en alguien como yo mismo pensé no podría volver a hacerlo.

Y fue como encontrarme conmigo mismo –no sabes qué trancazo–, alguien tan similar, cuyo hermetismo aún no logro entender y ahora me tiene dolido. No porque no se interese en mí, sino porque es incapaz de emitir algún tipo de respuesta, por más claro, directo y honesto que yo sea. Por más entusiasmado que me muestre, por más… ¿enamorado? Si es que a esto se le puede llamar ‘enamoramiento’.

¡Pero qué manera más tonta de ser tonto, que ser vulnerable a mi propia forma de ser!

En este juego de espejos, todo transcurre callado – ¡tan callado! –. No hay cuchicheos al oído ni voces fuera de lugar, no hay mensajes, ni llamadas, ni detalles, no hay grandes emociones, sólo este entusiasmo que ya degenera en neurosis. Entonces pareciera que no hay nada, excepto algo que después de mucho analizar se parece más al sexo, y yo no quiero eso.

Quizá el problema es ese, a fin de cuentas yo. Este Javier sensiblero que pocas veces se muestra y justo ahora quiso salir. ¡Qué ironía!

La vida tarde o temprano nos hace partícipes de aquello que vamos dispersando. Las frases mal hechas, las llamadas que no se contestan, los mensajes que nunca se escriben. Los peluches que se quedan en la bolsa, las caricias que sólo se explican por el deseo y no por la complicidad, las pláticas de trámite que no nos dejan conocernos bien… la televisión al lado de la cama. El beso convencional y un hasta luego que deja la puerta abierta, y quizá nunca estuvimos ‘juntos’.

En mi caso, quisiera procurar no volver a hacerlo, aprender de esta experiencia. Sin embargo, ¿ello me permitirá volver a ser el de antes? ¿El de mucho antes?



En efecto, sigo callado.

[ Ofrezco una disculpa a quienes hayan vivido algo similar conmigo. ]

Carlos Alberto Ruiz dijo...

Este es el mejor texto que he leído en este tu blog, y sí lo sé, los gustos son totalmente subjetivos, pero me quedo con este, se enfila como mi favorito, y a nombre de este texto te solicito que lo pongas en su total calidad de Post y no de comentario…

Javo Carlo dijo...

Estimado Carlos, agradezco el comentario que haces acerca de este texto, la verdad es que tenía temor de publicarlo porque es muy íntimo y podría sonar -incluso- agresivo, chocante, para algunas personas. Te aseguro que en su oportunidad lo pasaré directamente al blog, al igual que algunos textos que tengo pendientes de Buenos Aires.

Seguimos en contacto.